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Hace algún tiempo leí algunos de los libros de la Dra. Carol Susan Dweck, profesora de psicología en la Universidad Stanford. Aunque no necesariamente suscribo a todo lo que Dweck dice (de hecho, ni siquiera suscribo a todo lo que yo digo), su investigación sobre cómo nuestras creencias e historias pueden tener un impacto negativo en nuestras habilidades y capacidades resulta sólida e interesante.

De hecho, las creencias y narrativas imitantes, como pensar que no se es lo suficientemente capaz o valioso, pueden ser obstáculos importantes para el desarrollo personal. Estas creencias negativas pueden generar una autocrítica excesiva y una falta de confianza en uno mismo, lo que limita la capacidad de una persona para tomar riesgos, aprender nuevas habilidades y alcanzar su máximo potencial.

Superar estas creencias y narrativas limitantes y cultivar la autoaceptación y la confianza en uno mismo es esencial para el desarrollo personal, es decir, para alcanzar la madurez como persona. (Es lastimoso ver cómo un tema tan importante se ha devaluado tanto en nuestra época que casi cualquiera, sin conocimientos ni experiencia, ahora es repentinamente un “gurú” del desarrollo personal. En nuestro caso, no somos ni gurúes, ni “coaches”, ni buscamos serlo.)
Se debe aclarar que Dweck no utiliza específicamente el término “creencias limitantes” o “narrativas limitantes”, pero sus conceptos y teorías se relacionan estrechamente con este tema.

Dweck propone que las personas pueden tener dos tipos de mentalidades en relación con sus habilidades y capacidades. Aquellas con una mentalidad de crecimiento creen que sus habilidades y capacidades pueden desarrollarse a través del esfuerzo, la práctica y la perseverancia. Por otro lado, aquellas con una mentalidad fija creen que sus habilidades son fijas y limitadas.

Además, eegún Dweck, nuestras creencias sobre nuestro propio potencial pueden influir en nuestra motivación, esfuerzo y resiliencia. Aquellos con una mentalidad de crecimiento
(madurez, no acumulación de bienes materiales) creen en la capacidad de mejora y están dispuestos a asumir desafíos, aprender de los errores y persistir a pesar de los obstáculos. En contraste, aquellos con una mentalidad fija pueden ser más propensos a evitar los desafíos o rendirse fácilmente si enfrentan dificultades.

Dweck también sostiene que es posible cambiar de una mentalidad fija a una mentalidad de crecimiento a través del autodescubrimiento y la autotransformación. Al desafiar y reevaluar nuestras creencias sobre nuestras capacidades, podemos desarrollar una mentalidad de crecimiento que nos permita alcanzar nuestro máximo potencial.
Y, con toda razón, Dweck enfatiza que el esfuerzo y la persistencia son factores clave para el desarrollo y el logro personal. Una mentalidad de crecimiento nos impulsa a ver el esfuerzo como una oportunidad para aprender y mejorar, en lugar de verlo como una señal de incompetencia.

En definitiva, Dweck destaca la importancia de nuestras creencias sobre nuestras habilidades y capacidades en el desarrollo personal. Sus investigaciones se centran en la distinción entre una mentalidad de crecimiento y una mentalidad fija, y cómo podemos cultivar una mentalidad de crecimiento para superar las limitaciones autoimpuestas y alcanzar nuestro potencial máximo.

Alcanzar nuestro máximo potencial es nuestra meta en la vida. No hay una segunda opción, como lo explica una de las historias del rabino jasídico Zusya de Hanipol (1718-1800).
Un día Zusya llegó llorando a un encuentro con sus discípulos. se acercó a sus seguidores con lágrimas en los ojos. Ellos le preguntaron: “Zusya, ¿qué pasa?”
“Aprendí la pregunta que un día me harán los ángeles sobre mi vida”, respondió. Zusya respondió: “He aprendido que los ángeles no me preguntarán: '¿Por qué no fuiste como Moisés, como como Josué. Los ángeles me dirán: “Zusya, ¿por qué no fuiste Zusya?”

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