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Preparándonos juntos para un nuevo futuro




 
En un artículo perspicaz titulado "¿Cuánto de Nuestra Humanidad Estamos Dispuestos a Externalizar a la IA?" por Sage Cammers-Goodwin y Rosalie Waelen, publicado por The Nation el 27 de marzo de 2024, los autores arrojan luz sobre una preocupación apremiante: la profunda influencia de una narrativa tecno-determinista en la formación de nuestras percepciones y decisiones con respecto a la inteligencia artificial (IA) y los sistemas avanzados de IA como AGI (Inteligencia Artificial General).

La noción de una narrativa tecno-determinista abarca un sistema de creencias que considera el progreso tecnológico como inevitable e inherentemente deseable, a menudo eclipsando reflexiones críticas sobre sus implicaciones más amplias para la sociedad. En lugar de participar en discusiones matizadas sobre las dimensiones éticas, sociales y existenciales de la IA, el enfoque tiende a centrarse en regular y optimizar los sistemas de IA, reforzando la narrativa del determinismo tecnológico.

Esta narrativa moldea sutilmente nuestra conciencia colectiva, fomentando una mentalidad que acepta pasivamente la trayectoria del avance tecnológico sin cuestionar sus suposiciones subyacentes o sus posibles consecuencias. Al enmarcar a la IA y la AGI como fuerzas inevitables de progreso, corremos el riesgo de pasar por alto futuros alternativos y de renunciar a la agencia en la configuración del papel de la tecnología en nuestras vidas.

Como destacan Cammers-Goodwin y Waelen, esta perspectiva tecno-determinista nos insta a reevaluar nuestras prioridades y valores como sociedad. ¿Estamos dispuestos a sacrificar elementos de nuestra humanidad en aras del avance tecnológico? ¿La búsqueda implacable de eficiencia y automatización se realiza a expensas de la conexión humana, la creatividad y el significado?

Además, los autores plantean preguntas provocadoras sobre el impacto societal de los sistemas de IA generativos como Sora. Si bien estos sistemas pueden ofrecer promesas tentadoras de innovación y comodidad, debemos examinar críticamente sus implicaciones para la privacidad, la autonomía y el bienestar societal. Aceptar ciegamente tales tecnologías sin una consideración cuidadosa corre el riesgo de agravar las desigualdades existentes y erosionar el tejido de la cohesión social.

Para navegar por este paisaje complejo, debemos trascender las limitaciones de una narrativa tecno-determinista y cultivar una comprensión más matizada del papel de la tecnología en nuestras vidas. Esto implica fomentar una cultura de investigación crítica, reflexión ética y compromiso proactivo con las tecnologías emergentes.

Como lo articuló acertadamente el filósofo y sociólogo Herbert Marcuse, "El proceso tecnológico extiende el ámbito de la necesidad, pero también requiere la transformación cualitativa de la necesidad".

Al adoptar esta mentalidad transformadora, podemos aprovechar el potencial de la tecnología para empoderar, enriquecer y elevar a la humanidad mientras nos resguardamos contra sus consecuencias no deseadas.

La narrativa tecno-determinista presenta tanto oportunidades como desafíos en la configuración de nuestro futuro con la IA. Al interrogar sus suposiciones subyacentes e implicaciones, podemos trazar un rumbo hacia un futuro donde la tecnología sirva como catalizador para el florecimiento humano en lugar de ser un determinante de nuestro destino.

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