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Preparándonos juntos para un nuevo futuro




 
Según un reciente artículo (enero 2024) escrito por Cade Metz para el New York Times,, es posible que este año la inteligencia artificial se extienda "más allá del mundo digital". Por lo menos así lo considera David Luan, director ejecutivo de Adept, una empresa emergente de IA.
 
Asumiendo que ese salto de la IA a la realidad física realmente suceda, ¿cuáles serían las potenciales consecuencias psicológicas y cognitivas de que la inteligencia artificial ya no existiese sólo en el mundo digital?
 
Si lo anticipado por Luan sucediese, la IA se convertiría en una parte integral de nuestro entorno físico, facilitando quizá nuestra interacción con máquinas y sistemas de una manera más natural. De esa manera, podría aumentar la comodidad en la interacción con la tecnología, pero también podría plantear preguntas sobre la privacidad y la autonomía.
 
A la vez, con la IA incorporada en objetos físicos, como dispositivos domésticos y vehículos autónomos, podríamos experimentar una realidad en constante cambio y adaptación. Como consecuencia, cambiaría la manera en la que percibimos y entendemos el mundo que nos rodea.
 
Además, la presencia de IA física podría requerir que los individuos desarrollen nuevas habilidades cognitivas para interactuar y aprovechar estas tecnologías de manera efectiva. Pero no todos estamos listos para comprender sistemas complejos y adaptarnos a ambientes en constante evolución.
 
Aún peor, si la IA se volviese omnipresente en nuestra vida cotidiana, existe el riesgo de que las personas se vuelvan más dependientes de la tecnología para tomar decisiones y realizar tareas. Esto podría afectar la toma de decisiones independientes y la resolución de problemas.
 
¿Y qué pasará con la privacidad y la seguridad? La ubicuidad de la IA en el mundo físico también plantearía preocupaciones significativas sobre la privacidad y la seguridad de los datos. La recopilación y el uso de información personal por parte de sistemas de IA podrían generar desafíos éticos y legales.
 
Ciertamente, como ya está sucediendo, habrá cambios en las habilidades laborales. La automatización impulsada por la IA podría cambiar la naturaleza de muchos trabajos, lo que requeriría que las personas adquieran nuevas habilidades y se adapten a roles laborales transformados.
 
Pero los cambios más profundos ocurrirán dentro de cada uno de nosotros. La interacción con IA en el mundo físico podría tener un impacto emocional en las personas. Por ejemplo, podríamos sentir apego emocional hacia robots o asistentes virtuales que interactúan con nosotros de manera regular.
 
Y la incorporación de la IA en el mundo físico también plantea cuestiones éticas relacionadas con la toma de decisiones de las máquinas y los valores incorporados en su programación. Deberíamos iniciar un debate continuo sobre la ética de la IA en nuestra sociedad.
 
En definitiva, la expansión de la inteligencia artificial más allá del mundo digital plantea una serie de grandes desafíos cognitivos y psicológicos que requerirán adaptación y reflexión continua a medida que avanzamos hacia esta nueva era tecnológica

Imagen propia creada por IA

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